Las vacaciones se representan comercialmente ensalzando las relaciones despreocupadas y relajadas, el compartir con amigos y entre otras muchas cosas con bebidas refrescantes. Este verano el anuncio de una de las bebidas clásicas del verano “La casera” cuenta una historia de amigos y en ella apareció un gran flotador con forma de flamenco rosa. Una representación muy gráfica de las vacaciones. Rápidamente se convirtió en la imagen por excelencia de este verano que inundó con parodias y vídeos de humor las redes sociales y los establecimientos de venta de artículos de playa. Ahí no quedó la cosa, lo he visto tanto en las piscinas de clubes de playa como reclamo de fotos y diversión de piscina para sus clientes, hasta en forma de hucha, imagino que para estimular el ahorro de cara a las vacaciones del año próximo.
Haz cómplice al universos de tus intenciones y no vivas de expectativas.
Hablaba en mi último artículo sobre la necesidad de acallar la mente para disfrutar los momentos del presente. Para conseguir abandonar las expectativas y disfrutar las realidades. A modo de calentamiento de motores desde el inicio del verano estamos sometidos a un bombardeo continuo tanto publicitario como de comentarios de amigos respecto a lo que pensamos hacer y disfrutar en nuestros días libres. Poco a poco el ovillo se va engrosando, casi sin darnos cuenta nuestro subconsciente va creando un pequeño almacén con todo aquello que creemos que debe estar presente en nuestras vacaciones. Desde sentimientos a actividades, todo tiene su rinconcito dejando su huella.
De esta manera cuando la realidad se abre paso y es el momento de que las cosas sucedan, casi nunca responden a las ilusiones que habíamos ido guardando imperceptible y cuidadosamente. Tranquilidad, que esto de una u otra manera nos sucede a todos (por cierto es un buen material para una sesión de coaching). Yo sin ir más lejos, me había propuesto hacerme este verano una foto con el icónico flamenco rosa. Aunque estuve muy cerca, por cierta pereza, porque no era el momento, o porque en el fondo no tenía tantas ganas. El caso es que aún teniendo el célebre flamenco a tiro de piedra, no me hice la planificada foto.
No sé qué me gusta más, tener planes o saltármelos.
Claro que ya sea porque la magia de la intención estaba lanzada al universo o por el buen karma de los amigos que me acompañaban. El omnipresente flamenco llegó, por supuesto que llegó, como toda expectativa que se precie en forma de realidad muy diferente, casi al final de las vacaciones. Ya me había olvidado del dichoso flotador y disfrutaba del mar en una terraza ante una refrescante cervecita, cuando apareció flotando en el aire como para recordarme que todo pasa y deja de tener el esplendor de la novedad. Cómo además el día era gris hasta había perdido su brillante color. Volaba, abandonado a su suerte, sobre la arena de la playa hasta detenerse enganchado en la valla de unas pistas deportivas ya desiertas. Detrás su dueña dispuesta a no perder su tesoro vacacional. De esta manera aunque me quedé sin mi foto, si tuve la oportunidad de fotografiar la escena que a modo de pequeño vídeo te dejo aquí.
Todo tiene un tiempo de vida, algo así como su minuto de fama, y todo deja de ser importante. Como los juguetes abandonados de nuestra infancia que se van quedando olvidados en cajones y estanterías a medida que crecemos. En cada momento de nuestras vidas está lo que tiene que estar, lo creo firmemente aunque a veces nos cueste aceptar que lo que está no sea bueno. También sucede que cuando pensamos mucho en una cosa o la tenemos muy presente ésta no se manifiesta, sólo lo hace cuando hemos dejado que sea el universo el que organice los sucesos y nos hemos relajado. Quizá por eso a veces tengo muy mala memoria.
La magia consiste tanto en ser capaces de pensar con fuerza en lo que queremos, como en olvidarnos de ello para que suceda.
A los objetos los reconocemos tanto por su nombre como por su forma. De hecho casi todos los objetos pueden ser reconocidos a partir de su figura. Steven Pinker en su libro “Cómo funciona la mente” nos define como “geómetras mentales”, es decir que desde muy pequeños podemos reconocer la mayoría de los objetos por su forma aunque no sepamos su nombre.
El poder de la imagen impacta en la palabra.
De todos modos en nuestro recuerdo no se quedan todas las características del objeto sino una suerte de idealización que se va haciendo más y más personal conforme pasa el tiempo. En este proceso le atribuimos al objeto emociones, sensaciones, posibilidades… A todos nos ha pasado que hemos vuelto a un lugar del que tenemos un recuerdo especial y nos hemos desencantado porque ya no estaba tal y como lo teníamos representado en nuestra mente. De esta manera lejos de lucir en todo su esplendor, el flotador apareció en esta preciosa playa de la provincia de Almería, anticipando el final de su protagonismo veraniego. Anunciando que todo pierde vigencia y todo se convierte en recuerdo.
Así en esta historia de unas vacaciones y un flotador con forma de flamenco rosa, pasó lo que tenía que pasar:
El 90% de las expectativas no se cumplen exactamente.
Todo lo que está en el presente terminará siendo un recuerdo.
El valor que atribuimos a las cosas, cambia en la medida que cambian nuestros deseos.
Siempre son más importantes las personas y lo que vives con ellas que cualquier objeto por muy valioso que sea.
Formular nuestras intenciones y seguir con nuestra vida, aumenta las probabilidades de que la intención se realice.
Disfrutar de tus amigos siempre te hará más feliz que cumplir un plan.
Si añadimos esto a nuestro cóctel vital seremos más felices. Te espero aquí para compartir muchas buenas reflexiones y si lo compartes en redes sociales te lo agradezco de corazón. Puedes dejarme en el blog tu correo electrónico si quieres formar parte de esta pequeña comunidad de los que quieren vivir su mejor vida posible.
¡Feliz buena vida!
2 Comentarios
Esperanza
septiembre 8, 2017 4:10 pm 0LikesRUTINAS PARA EL EXITO
Puri Sanchez Lobeiras
septiembre 8, 2017 4:36 pm 0LikesSi, entre otras cosas. Gracias Esperanza.
Deja un comentario