De camino a casa venia pensando en la rueda de la vida, paseando por las mismas calles de mi infancia, cuando en mi mundo de vivos yo era la tercera generación y, asumiendo, que ahora soy la primera. Mi madre decía que en la vida sucedía lo mismo que en los campos de batalla, conforme van cayendo abatidos unos soldados inmediatamente son reemplazados por otros que pasan a primera línea de fuego.
En estas estaba yo cuando desde un escaparate “me han llamado” unos botines tremendamente parecidos a algunos modelos de los años 60 de Courrèges que recuerdo ver en mi casa y probarme mil veces, a pesar de que me estaban muy grandes, probablemente ahí residía su encanto en mi imaginación de niña. No había pasado media hora cuando leo la noticia de la muerte del diseñador y he recordado sus gorritos inverosímiles y otras muchas prendas que vistas hoy parecen todavía más revolucionarias.
Nuestro mundo se encuentra habitado por un sinfín de referentes que tienen su significado en un momento puntual y que luego pasan al almacén mental de recuerdos no recordados.
Nos sumergimos con demasiada facilidad en lo que denominamos actualidad, asumiendo modas, tipos de calzado, ropa…que muchas veces se convierten en piezas repetitivas de armarios aburridos. Y así, poco a poco, nuestras vidas también se van dejando llevar de patrones marcados y estilos ajenos. Nada desentona aparentemente, aunque en nuestro interior sigan habitando las ganas de hacer cosas diferentes, de romper algún molde y otros tantos esquemas. En definitiva de crear y revolucionar. Nos ponemos tantas barreras a la hora de vestir como a la hora de sacar el ser descubridor e inventor que llevamos dentro.
Un poco poseída por el espíritu de Courrèges he elegido una prenda algo diferente y salgo ahora a ponerle color a las aceras para que no se me olvide que sin osadía la vida se convierte en una triste escala de grises. Así, ya que estoy en la primera línea de la rueda de la vida quiero disfrutar cada instante y recordarme que sin valentía, nuestro paisaje se viste de sombras que nos quitan alegría y nos restan descubrimiento y sorpresa. Ánimo, la buena vida también es innovación y coraje. ¡Feliz buena vida!