Afrontar con éxito este mundo cambiante exige nuevas ideas, nuevas maneras de hacer las cosas, nuevas maneras de liderarnos, nuevos inventos, nuevos propósitos, nuevas acciones, nuevas metas. Lidera tu mente, lidérate y para ello necesitas afrontar acciones desde aquello que te es propio, desde la autenticidad, el autoconocimiento y el aprendizaje en el dominio de nuestro “mono loco” nuestra mente. Lidera tu mente. Lidérate.
¿Cómo emprender una tarea tan colosal? Cuando todo cambia sólo podemos recurrir a lo que nos es propio y nada más propio que nosotros mismos. Cuando todo cambia el auténtico recurso está en nuestro interior, nuestro interior pensante liderado por lo que realmente somos. Sabemos que cuando le damos todo el poder a nuestra mente nos amargamos la vida. Somos mucho más que ella, somos un todo por eso es tan importante aprender a liderar nuestra mente, aprender a tomar las riendas liderándonos, conduciéndonos desde el centro fortalecido de quiénes somos. Aprovechando el impulso de nuestra energía transformadora. De esta manera nos hacemos conscientes del extraordinario mundo de posibilidades que abrimos cuando dejamos de vivir en clave de adversidad y empezamos a hacerlo en clave de posibilidad.
Poema Ítaca
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los gigantes, ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los gigantes ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Tu mente no es una entidad aislada.
Aunque pueda parecerlo, por su capacidad de amargarte la vida, tu mente no es una entidad aislada. Es colaboradora necesaria para que crezcamos y nos transformemos. Porque el auténtico liderazgo nace de las fuerzas invisibles e intangibles, en impulsos de pensamiento, capaces de hacerse grandes en el interior de lo que nos es propio, nuestro cerebro e indefectiblemente nuestro cuerpo.
La potencia cuerpo – mente es el poder de armonizar aquellas partes que habitualmente percibimos separadas, más aún las atendemos también por separado.
De manera que cuando nos desbordan las preocupaciones, sentimos en nuestro cuerpo el rastro del estrés intentamos solucionarlo con una pastilla. Pero la mejor pastilla está en ti, en tu capacidad de sustituir el parloteo de tu diálogo interno viciado con juicios de valor, por una relación de respeto, confianza y reconocimiento de tu inteligencia natural y tus capacidades.
Utiliza tu potencial
Podemos usar la mente de manera mucho más ágil, resolutiva y productiva. En realidad, vivimos reducidos al 12% de nuestro potencial real (hay quienes opinan que menos) el de nuestro mundo consciente dejando, olvidando, el 88% restante que está en permanente alerta, captando información que no usamos porque no nos damos cuenta.
Es decir, en la parte que no usas habita solitario tu aprendizaje vital, todo lo que vives, sientes y percibes. En este valioso material personal que se queda arrinconado por las acciones y preocupaciones, por la supervivencia. ¿Te imaginas quién serías si usaras todo tu potencial? ¿Toda la valiosa información que acumulas? Sería algo parecido a descubrir un tesoro inmenso que ha estado enterrado bajo una gruesa capa de barro y matorral.
Muchas veces nos esforzamos mucho con la esperanza que ese esfuerzo nos acerque a nuestras metas. Sin embargo, sólo nos esforzamos sufriendo en el día a día toda clase de decepciones. No tienen por qué ser decepciones de las que se den cuenta los demás, no, la inmensa mayoría de las veces son decepciones internas, desconocidas para nuestro entorno al que tratamos de mantener al margen de ellas para no defraudarlo. En este esfuerzo constante lo que conseguimos es sentirnos inseguros y desvalorizados, aunque de cara al exterior parezca todo lo contrario.
Dejamos que nuestra mente se convierta en un enemigo colosal. Como tal enemigo quiere ganar su propia guerra y es entonces cuando nos vamos sintiendo cada vez más solos, desconectados de nuestros sueños y aspiraciones.
Dónde habitan tus sueños
Mientras duermes, tu mente inconsciente baraja las experiencias del día junto con sus correspondientes pensamientos y emociones como un jugador enloquecido que sólo quiere ganar a toda costa. De manera que muchas veces los sueños nos atrapan en situaciones disparatadas, a veces hirientes e incluso frustrantes. Aparecen escenarios dónde los actores son nuestros problemas y nuestras preocupaciones.
Pero también somos mente consciente en la que luchan por salir otros sueños creados por deseos de ser y hacer. Sueños que relegamos atrapados en trampas mentales de creencias limitantes, inseguridad, desvalorización y mucho, mucho miedo.
Sin embargo, nuestro estado mental para que sea poderoso líder de nuestra vida debe asentarse en la convicción, y no la mera esperanza o anhelo. La mente abierta es primordial para creer en posibilidades y crearnos.
Pongamos las primeras bases para liderar tu mente
1.- Hazte su amigo. Despiértala.
Cuando aprendemos a hacernos amigos de nuestra mente utilizamos la imaginación, saltamos de los confines de nuestra vida a un mundo más amplio, en el que todo es posible y en el que no estamos limitados a esas cartas que nos han sido repartidas. Despertamos nuestra mente para hacerla nuestra aliada. Aprendemos a usar nuestra imaginación para proyectarnos más allá de lo que nos limita y angustia. Aprendemos que nuestra imaginación es una poderosa aliada para construir nuestros sueños, los “reales” los que responden a deseos, aspiraciones y libertad de acción. Aprendemos a no tenerle miedo a hacer magia a ser magos del cambio tomando las cartas que tenemos y jugarlas mejor, a cambiar las reglas impuestas por nuestra mente desbocada jugando, soñando en el mundo real.
No te empeñes en luchar contra las ideas repetitivas y pensamientos desalentadores. Aprende a no hacerles caso, empezar meditando 3 minutos al día puede ser un buen paso. Deja pasar lo que te angustia y hazte presente en cada minuto de tu existencia.
2.- Cambia tu diálogo interno
Observa las palabras que te dices, el tono, la carga emocional. Evalúa cómo te hablas a ti mismo. Te reprochas, te asustas, te juzgas o te “ayudas” convenciéndote de que la culpa siempre la tienen otros… Un buen diálogo interno debe ser ecuánime, comprensivo, amoroso, equilibrado, libre de juicio y de prejuicios.
Háblate claro pero no te hagas daño. No te olvides que nadie debe quererte más que tú mismo, al fin y al cabo, estás contigo todos los días, todas las horas de todos los años, siempre.
Tu diálogo interno debe ser impecable. Es decir, tus conversaciones contigo mismo necesitan liberarse de cargas mentales reiterativas. Cuando comienzas a hablarte de manera respetuosa e impecable empiezas a liberar procesos mentales machacones, prejuicios, inseguridades, empiezas a estar al cargo de ti mismo, a darte cuenta de que una parte importante de lo que te sucede es tu responsabilidad y este es el primer gran reto que debes afrontar.
3.- Abre tu caja de herramientas y ponte manos a la obra.
Imagina que eres un jardín, un inmenso jardín en el que en el que existen 3 zonas comunicadas por un sinfín de canales y caminos imprescindibles para cada una de ellas, son cerebro, mente y cuerpo, en cada una crecen toda clase de plantas, flores y árboles desde las más sencillas a los árboles más fuertes y vigorosos. Imagina que tu cerebro es el contenedor de mil y una semillas, tu mente el maravilloso jardinero que puede encontrar, transformar y hacer crecer esas semillas, tu cuerpo el jardín en el que crece la belleza, la salud y la alegría. Imagina que los conectas, que internamente eres capaz de crear lo que necesitas en cada momento.
Manos a la obra, abre tu caja de herramientas: Autoconocimiento, aceptación, correcto diálogo interno, voluntad, enfoque, compromiso… Lidera tu mente. Lidérate.
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¡Feliz buena vida!
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