La mala noticia es lo que la crisis te ha quitado, la buena lo que el Coaching te da.
La crisis ha hecho que nos interesemos por nuestro yo, hemos descubierto que no nos podemos apoyar en otros y que en tiempos de escasez contamos únicamente con nuestros propios recursos. Y ¿dónde están esos recursos? Hubo un tiempo en que buscar recursos significaba ir al banco. A un banco de dinero, claro. El dinero era el recurso estrella, sin dinero no se podía plantear una vida de éxito. Éxito y dinero era el binomio estrella.
Cuando el castillo empezó a desmoronarse el dinero pasó a ser la base de la supervivencia y por arte de magia, empezamos a mirar en nuestro interior, iniciamos la búsqueda de nuestro talento para mantenernos en pie, para seguir viviendo y avanzando. La búsqueda incluía salir de nuestro entorno confortable, otras maneras de hablar y de pensar y, en ese camino, la opción más razonable era mirar hacia dentro, buscar en nuestro interior.
Ya no hablamos de lo que nos viene de fuera, sabemos la importancia de lo que viene de dentro. Hemos pensado qué para seguir adelante tenemos que empoderarnos. El coche lujoso pasó a segundo plano y empezamos a miramos los pies y casi por vez primera descubrimos lo obvio, lo que se nos había olvidado, como de niños uno de nuestros primeros grandes logros fue mantenernos sobre nuestras propias piernas y dar el primer gran paso.
Así empezamos a recordar que cuando éramos realmente felices, valientes y seguros, confiábamos en nuestras propias fuerzas, las metas eran metas cotidianas, metas del momento, metas del “aquí y ahora”. Dándonos cuenta de cómo nos fuimos y nos fueron fijando metas más alejadas de nuestros pies, alejadas de nuestro propio cuerpo, fuimos perdiendo memoria y olvidando nuestras mejores herramientas. Fuimos poniendo la llave de nuestra felicidad en otros bolsillos, ponla en el tuyo y ¿Feliz buena vida!